La pregunta aparentemente inocente encierra la trampa del debate que aún, para sorpresa del mundo, existe en los Estados Unidos y Europa. En las discusiones sobre si estamos o no experimentando un cambio en los patrones del clima, los detractores sugieren que muchos “creemos” en las conclusiones de las ciencias climáticas como un acto de fe, asunto que de paso, se engrana con una conspiración política.
La ciencia no es un taxi al que podemos subir o bajar a conveniencia. Con esta frase de Schopenhauer, el profesor de filosofía Gary Gutting, de la Universidad de Notre Dame, cierra un interesante artículo en el New York Times donde fusila la posición de los no-expertos que insisten en rechazar el consenso de los expertos en materia ambiental. Para Gutting, si aceptamos la autoridad de una ciencia como la climática, no podemos rechazar olímpicamente las conclusiones a las que han llegado mayoritariamente los científicos de esta disciplina.
Y en el caso del cambio climático, el consenso es que sí está ocurriendo, que la actividad humana lo ha acelerado y que estamos viendo ante nuestras narices los primeros síntomas. No es asunto de “creer o no” en la reencarnación, los ángeles o la cartomancia. Los datos duros y su análisis nos dicen que el fenómeno es real.
La comunidad científica internacional ha alertado que si el desarrollo mundial, el crecimiento demográfico y el consumo energético siguen aumentando el ritmo actual, antes del año 2050 las concentraciones de dióxido de carbono se habrán duplicado, con graves daños a corto y mediano plazo.
Las consecuencias del cambio climático son tan nocivas como variadas. Una de las más evidentes será la salud, pues se producirán problemas de tipo infeccioso, nutricional, psicológico y de otros tipos, originados por las poblaciones desmoralizadas afectadas por estos cambios y sus repercusiones económicas y ambientales.
Se prevé también un incremento de la frecuencia de muchas enfermedades infecciosas en todo el mundo, incluidas algunas de reciente aparición VIH/SIDA, hantavirosis, hepatitis C, etc.
Además de otros efectos cutáneos como:
• Melanoma maligno (tumores pigmentados)
• Cáncer de piel
• Carcinomas (tumores cutáneos)
• Quemaduras solares
• Dermatosis solar (inflamación crónica)
• Fotodermatitis (erupción escamosa en la piel)
Hechos Difíciles de Creer del Cambio Climático:
• Se calcula que desde comienzos de 1970 el área superficial de los glaciares de Perú se ha reducido entre 20 y 30%.
• El Glaciar Chacaltaya de Bolivia ha perdido el 82% de su superficie, mientras que otros glaciares más pequeños ya han desaparecido por completo.
• Si las cosas siguen como hasta ahora, muchos de los glaciares menores de los Andes sólo podrán encontrarse en los libros de historia dentro de un decenio.
• También en México hay glaciares. Se encuentran en las zonas altas del Iztaccíhuatl Popocatépetl y Pico de Orizaba y también han sido afectados por el cambio climático. Con base en los datos disponibles, los glaciares del Iztaccíhuatl ya han sufrido reducciones tanto en su superficie (de hasta 40% en un periodo de 20 años) como en su profundidad (en 1999 era de 70 metros y para el 2004 se había reducido a 40 metros). En el Pico de Orizaba y el Popocatépetl, los volcanes más altos del país, la tendencia es similar. Los expertos estiman que si se mantiene la velocidad a la cual se han reducido los glaciares del Iztaccíhuatl y Pico de Orizaba, es posible que desaparezcan por completo en los próximos 10 y 35 años, respectivamente.
• 1998, 2005 y 2007 son los años más calientes registrados en la historia.
• Actualmente se han descrito más de 1 millón 600 mil especies, aunque se calcula que en el planeta puede haber 10 millones o más.
No desperdiciar agua, utilizar menos aparatos eléctricos, reducir el uso del automóvil y el consumo de envases de plástico (y por ende la cantidad de basura no degradable) son algunas de las acciones para contrarrestar el deterioro del planeta.
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