La conversión del cuerpo en mercancía tendencia de nuestro sistema económico que varias personas han denunciado desde diferentes trincheras ha llegado en estas personas a un límite radicalmente burdo y aun lamentable.
Se trata de personas que accedieron voluntariamente a convertirse en publicidad humana, anuncios tatuados en las partes más visibles de su cuerpo de empresas que, para colmo, en algunos casos incluso han dejado de existir.
Con todo, hay quienes ven el asunto con ligereza e incluso con diversión, sin considerar ningún tipo de conflicto en la concesión de su cuerpo como objeto mercantil.
El “skinvertising”, neologismo que une las palabras en inglés “skin” y “advertising”, que podría traducirse como “publipiel” ha sido una práctica más o menos usual en los últimos años, en la cual se establecen tratos como el portar un tatuaje alusivo a determinada marca por un tiempo determinado por una suma montería. A Jim Nelson le pagaron 7 mil dólares por llevar esta estampa 5 años.
Y es que, a fin de cuentas, Internet ha hecho evidente que el gran negocio de nuestro tiempo es la publicidad.
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