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11 noviembre, 2012

Niños autistas aprenden mejor con maestros-robot

Desde el pasado mes de marzo, la escuela primaria Topcliffe, en Birmingham, Gran Bretaña, incorporó en su plantilla a los robots Max y Ben, con la idea de comprobar si androides faltos de emociones podrían contribuir en la educación de niños afectados por el autismo.
Según los educadores, el proyecto está dando buenos resultados y se está estudiando usar a los robots también para enseñar al resto de alumnos.

Menos amenazantes
Según Ian Lowe, profesor del centro, “los robots no tienen emociones, así que los niños autistas se relacionan más fácilmente y los encuentran menos amenazantes que sus profesores”.

“Se ven muy lindos. Los niños con autismo tienen dificultades a la hora de comunicarse con adultos y con otros niños, pero por alguna razón se relacionan con estos robots”.

El personal de la escuela observó que gracias al uso de estos aparatos, niños hasta entonces incapaces de hacer contacto visual con humanos empezaron a comunicarse a través de los robots.

Un cuarto del alumnado del colegio Topcliffe tiene autismo, así que en el centro se ponen en práctica toda una serie de tecnologías para apoyarles en el proceso de aprendizaje.

Los robots son bajitos y se mueven como niños y la escuela los usa para enseñar fonética y practicar juegos de memoria e imitación, sobre todo entre niños con edades comprendidas entre los cinco y los diez años.

Juegos de memoria
Investigadores de la Universidad de Birmingham que han estado analizando la mejor forma de usar estos robots dicen que la clave está en la programación.

La Dra. Karen Guldberg, directora del centro universitario para la investigación y la educación de personas con autismo dijo que “estamos pensando creativamente cuál sería el mejor programa para que estos robots ayuden a los niños a mejorar sus habilidades de comunicación y a relacionarse socialmente”.

Guldberg señaló que los robots podrían usarse además para mejorar el aprendizaje básico del niño.

“Realizamos toda una serie de actividades distintas con los robots haciendo de modelo para el comportamiento del niño. Por ejemplo, los juegos de memoria, que logran que el niño imite los movimientos del robot, pueden ayudarles a relacionarse y a motivar su aprendizaje”.

“Es increíble ver cuán atentos y centrados pueden estar cuando trabajan con un robot. Puede ser muy difícil que un niño con autismo se centre”.

Los investigadores también notaron que los menores encuentra esta tecnología predecible, clara y motivadora.

Dado el éxito del sistema, los investigadores creen ahora que un programa bien diseñado podría funcionar bien en clases normales.

“Si puedes cubrir las necesidades de los niños con autismo, también puedes cubrir las de todos los niños”, asegura Guldberg.

“Cuando la gente se siente segura y está motivada se aprende mucho mejor”.

El robot fue un donativo de los fabricantes franceses Aldebaran y tienen un costo por unidad de US$24.000.



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