Un hombre que había sido recientemente despedido de su trabajo asaltó una sucursal del Banco Intesa Sanpaolo, en la céntrica plaza Brignole de Génova, Italia. A pesar de que se hizo con un botín de 5.500 euros, y logró darse a la fuga, el arrepentimiento y la inquietud por una rehén no le han permitido evitar la captura y como consecuencia el castigo.
Según informa el periódico 'La Reppublica', fue un robo a mano armada, puesto que al entrar en el banco el malhechor de 48 años enseñó un paquete, alegando que se encontraba en él una bomba. Pocos minutos después de llegar a su casa en un taxi, el atracador llamó a la misma entidad para preguntar por el estado de la empleada que había usado como escudo humano para abandonar la sucursal en su huida. “Me siento mal por ciertas cosas que no se hacen así —dijo—. Le pido disculpas y espero que esté bien”.
La llamada realizada desde su teléfono móvil, facilitó a la policía genovesa, que ya había perdido su rastro, localizar al delincuente, quien pocos minutos después fue arrestado en su domicilio. Se logró recuperar también todo el dinero robado, bueno no todo, faltaban 20 euros. Quince que el malhechor arrepentido utilizó para pagar el taxi y otros cinco que gastó para comprarse un bocadillo.
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