Los aviones que atraviesan las nubes sobre los aeropuertos hacen que se precipite el agua concentrada en ellas, a veces en forma líquida, pese a estar bajo la temperatura de congelación, lo que provoca lluvias y nevadas, según un estudio publicado en la revista científica Science.
El efecto es similar a la “siembra de nubes” que en el pasado se ha usado para influir en el volumen de precipitación desde las nubes.
El efecto descrito en el informe se ve facilitado por la expansión y el enfriamiento del aire detrás de las turbinas de propulsión del avión y sobre las alas cuando las temperaturas de las nubes están a 10°C bajo cero, o menos.
La caída de temperatura puede ser suficiente como para congelar espontáneamente las finas gotas en las nubes, formando cristales de hielo que pueden luego crecer a costa de las gotas de agua.
El proceso avanza hasta producir un hueco o canal en la capa de las nubes, que puede seguir expandiéndose durante horas, lo que aumenta la precipitación de la nube, según el artículo.
¿FENÓMENO A GRAN ESCALA?
Los científicos creen que no es probable que este fenómeno afecte el clima global, pero dado que muchos de los grandes aeropuertos tienen una cubierta de nubes bajas durante el invierno, sí podría aumentar la necesidad de retirar el hielo de los aviones con más frecuencia en el futuro.
Andrew Heymsfield, del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica en Boulder en Colorado, Estados Unidos y sus colegas en otras partes del país estudiaron imágenes en detalle, tomadas por satélites, de estos hoyos o canales en las nubes, y luego usaron modelos por computadora de pronóstico meteorológico para simular el crecimiento y evolución de las nubes.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que muchos tipos diferentes de motores con hélices y de turbinas propulsoras en los aviones privados o comerciales pueden producir cristales de hielo y huecos en las nubes superfrías que luego se propagan y crea nieve en la nube y debajo de ella.
Esas cubiertas de nubes porosas, inducidas por los aviones, se han documentado durante décadas y a menudo hay personas que las atribuyen al lanzamiento de cohetes o al paso de objetos no identificados.
Según la nueva investigación pueden encontrarse estas capas de nubes superfrías en un radio de unos 100 kilómetros alrededor de los grandes aeropuertos del mundo.
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