Alex Kipman ha revolucionado no solo el mundo de los videojuegos, sino el concepto de la interacción con la tecnología mediante su dispositivo Kinect, un sistema de reconocimiento del movimiento a partir del cual busca “inventar el futuro”.
Después de la sensación que ha causado Kinect en el mercado con tan solo un año de vida, la tarea de Kipman, director de incubación para Xbox, la consola de juegos de Microsoft, no es nada fácil. Primero, superarse a sí mismo y segundo, crear algo que continúe el camino iniciado.
“Mi trabajo es inventar el futuro”, dijo en el cuartel general de Microsoft en Seattle (EE.UU.), en la que hizo balance sobre el primer aniversario de un dispositivo cuyo uso se ha extendido a nuevas aplicaciones que afectan a la “vida real”, como la medicina.
Apasionado y entusiasta de su trabajo, este ingeniero de 32 años de origen brasileño, que fue reclutado por la compañía que fundó Bill Gates nada más acabar sus estudios de ingeniería de software, afirma “ahora yo soy mi propia competencia. Lo que necesitamos hacer tiene que ser diez veces mejor que Kinect para continuar construyendo”.
Gracias a su sofisticado software, que consta de un sensor de profundidad, micrófonos y una cámara de seguimiento de movimiento del cuerpo en espacio tridimensional, Kinect es capaz de escanear al jugador para que actúe de forma interactiva con su avatar de la pantalla del televisor.
¿A que apunta KINECT?
La visión detrás de Kinect, que definió como “un viaje que acaba de comenzar”, es adaptar las tecnologías para “poder interactuar con las máquinas en una forma mucho más natural, tal y como funciona en el mundo real”.
“Las tecnologías están cada vez más presentes, tenemos más dispositivos y aparatos en las manos, haciendo más complicada nuestra vida. Nuestra visión es ir contra esto”, afirma, antes de explicar que en su laboratorio fue capaz de crear “por primera vez, experiencias que nos entienden a nosotros, no a las que nosotros tenemos que entender”.
El ingeniero recordó que hasta hace poco estos conceptos para el público eran “ciencia-ficción”, pero su objetivo es traducir la ciencia-ficción a hechos.
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