Los investigadores Kazutaka Kurihara del Instituto Nacional de Ciencia Industrial Avanzada y Tecnología, y Koji Tsukada de la Universidad Ochanomizu de Japón diseñaron una pistola llamada “Speech Jammer” que deja literalmente sin palabras a las personas. Este dispositivo puede apuntarse, por ejemplo, a quienes estén en una acalorada discusión para callarlos.
El Speech Jammer se basa en un principio muy simple descubierto por psicólogos ya que es muy difícil hablar cuando alguien nos repite lo que acabamos de decir un par de segundos después de que lo dijimos.
Cuando hablamos, el tiempo que tarda el sonido al viajar desde nuestras cuerdas vocales hasta nuestros oídos es de 0,2 segundos. Al apuntar con el rayo láser de la pistola a la boca del hablador en turno, el micrófono graba su voz y un sensor determina la distancia para que el altavoz reproduzca lo que dijo en la misma fracción de tiempo. Funciona con ocho baterías AA.
Este efecto se le conoce como Retroalimentación Auditiva Retardada (DAF o Delayed Auditory Feedback). La repetición se nos hace estresante y confusa, lo que provoca que dejemos de hablar.
Se realizaron pruebas piloto con dos prototipos del Speech Jammer para determinar su efectividad y según los investigadores, puede perturbar el habla de la gente sin causar daños físicos.
Desafortunadamente no funciona muy bien bajo ciertos ambientes. Por ejemplo, es muy eficiente cuando las personas leen en voz alta, pero debe ser calibrado manualmente cuando se trata de monólogos espontáneos. Y no funciona cuando hay gritos o se utilizan expresiones no verbales, como los balbuceos.
Aún no se sabe si tendrá algún tipo de comercialización en el futuro, pero podría ser usado en las bibliotecas y también para “facilitar la discusión” en reuniones de grupo. Los investigadores concluyeron: “Todavía hay muchos casos donde los aspectos negativos de la palabra se convierten en un obstáculo para la resolución pacífica de conflictos”.
Si tuviera aplicaciones comerciales, bien podría ser utilizado en los debates políticos, con novias o novios que no paran de hablar, personas impertinentes, charlas kilométricas de “amigos” que abusan del “yo” en cada oración… por lo que las aplicaciones serían casi infinitas.
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