La imagen, más o menos conocida, más o menos folclórica, de una mujer viviendo sola rodeada de una manada de gatos, podría convertirse también en ícono de una posible suicida de acuerdo a una investigación llevada a cabo por psiquiatras de la Universidad de Maryland.
Estudiando el caso de 45 mil mujeres danesas, el investigador Teodor Postolache y otros colegas encontraron que aquellas infectadas con el parásito Toxoplasma gondii (T. gondii), causante de la toxoplasmosis, corren mayor riesgo de desarrollar enfermedades mentales como la esquizofrenia, además de notables cambios de comportamiento.
Como se sabe de sobra, el T. gondii se dispersa a través del contacto con las heces de los gatos o por comer carne a medio cocinar y vegetales sin lavar. El parásito tiene a refugiarse en las células del cerebro y también en los músculos.
En cuanto a su influencia como causante de suicidio, Postolache asegura que la investigación reveló “una asociación predictiva entre la infección y los intentos suicidas en el transcurso de la vida que aseguran estudios adicionales”.
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