Cada año fallecen 200.000 usuarios de Facebook en todo el mundo. Ante esta circunstancia, se abre una nueva incógnita ante la que no se encuentra respuesta en la legislación, provocando algunos casos llenos de polémica y con la propia intervención judicial, ¿qué ocurrirá con mi cuenta de Facebook o Twitter cuando fallezca?
Algunos casos como el de Marta del Castillo ponen de manifiesto la importancia que adquieren las redes sociales a partir de la muerte o la desaparición del usuario. En aquel caso, el juez ordenó clausurar la cuenta de Tuenti de la joven de Sevilla, después de que su muro y sus fotografías fueran objeto de burlas y otro tipo de comentarios flagrantes contra su persona.
Según una información publicada en el diario Expansión, se debe establecer la diferencia entre dos casos muy diferentes en este tipo de circunstancias. El primero de estos casos es el del usuario que sube a las redes sociales contenidos propios y registrados, como lo son canciones, libros, textos o cualquier tipo de material. En este caso, los herederos legales serían dueños de este tipo de contenidos.
No obstante, en caso de que se trate de información personal, como fotografías cotidianas, comentarios y cualquier tipo de datos, la cuestión se complica. Los familiares deben rellenar un complejo cuestionario y aportar pruebas sobre la defunción del usuario para que la red social cierre su cuenta. Los administradores de esta red deben certificar la petición para después clausurar el espacio.
La cuestión se complica si la sede de la red social se encuentra en el extranjero, puesto que los trámites son más complejos y mucho más lentos. Si, por ejemplo, fallece un usuario español de Facebook, los familiares deberían contactar con la red social de Mark Zuckerberg, con sede en Estados Unidos, para solicitar la baja de la cuenta.
En todo caso, los familiares y allegados del usuario fallecido deben considerar las características y reglamento propio de cada red social, ya que cada una de ellas cuenta con un régimen diferente para dar de baja las cuentas ante estas circunstancias. No obstante, algunos datos perduran imborrables en la red, como el nombre y apellidos y otros aspectos que se faciliten a través de Internet.
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