El vehículo explorador Curiosity, que fue lanzado el 26 de noviembre de 2011 con la misión de investigar si Marte es, o ha sido alguna vez, capaz de sustentar formas de vida, por fin llegará a su destino el lunes a las 00:31 a.m. El más mínimo detalle de su aterrizaje será controlado por los ingenieros de la NASA en la operación Entrada, Descenso y Aterrizaje (EDL, por sigla en inglés) de la misión.
En una metamorfosis desde que ingrese en la atmósfera marciana, la cápsula pasará de parecer un cono envuelto en temperaturas de casi 900 grados Celsius, a convertirse en grúa flotante sobre ocho cohetes, y luego a algo parecido a una araña mecánica cuando se pose suavemente en el cráter Gale, todo esto en 420 segundos.
El proceso
A unos 11 kilómetros de la superficie marciana se desplegará el paracaídas supersónico de 16 metros de diámetro, el más grande que haya construido la NASA. En ese momento el paracaídas, que pesa unos 45 kilogramos, estará soportando una fuerza de 29.500 kilogramos, y aminorará la velocidad de descenso a unos 320 kilómetros por hora.
Cuando la cápsula esté a unos 8 kilómetros del suelo se soltará el escudo térmico, como la tapa de una sartén invertida, dejando al descubierto la “panza” del vehículo, desde la cual las cámaras tomarán imágenes de alta resolución, y un radar ayudará en la navegación hasta el punto elegido para el descenso.
Los ocho cohetes en los ángulos del aparato seguirán frenando la aproximación y cuando esté a unos 20 metros del suelo, se abrirá la reja que sostiene al Curiosity y ése se descolgará mediante una grúa.
Doce segundos antes del contacto, Curiosity desplegará sus seis ruedas neumáticas en los extremos de patas articuladas y descansará en Marte.
Una vez que se alivie el peso, la grúa cortará los cables y su soporte flotante saldrá disparado hasta alrededor de un kilómetro donde se perderá, dejando al Curiosity de cara al suelo en el cual buscará indicios de vida durante dos años, tiempo que dura su misión.
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