Joseph Woodland, inventor del famoso código de barras, ha muerto a los 90 años en su domicilio de Nueva Jersey (EE.UU), consagrado como uno de los inventores más importantes del siglo XX.
Hace seis décadas, diseñó las 80 rayas que le harían famoso. Su invento, muy popular y extendido por todo el mundo, permite reconocer rápidamente un artículo. Todo lo que se vende lleva una de estas colecciones de líneas negras.
Este ingeniero mecánico retirado era solo un estudiante recién graduado cuando junto a un compañero de clase, Bernard Silver, creó una curiosa tecnología basada en líneas de tinta de distinta anchura, que después pasaban por un scanner óptico. Su idea, desarrollada en los años 40 y patentada hace 60 años, se hizo universal.
La pareja vendió su patente a Philco por 15.000 dólares y expiró en 1960 sin que nadie la empleara. Trabajando en IBM, Woodland vio que la llegada de los microprocesadores y el escaneo laser hacían viable su código de barras.
Gracias al ejecutivo de supermercados Alan Haberman, que implantó en sus comercios el código, en 1973 la industria adoptó como estandar el sistema de Woodland.
Pasado el tiempo, la tecnología del scanner láser mejoró y fue adoptada por una industria del consumo pujante. Woodland se quedo con los honores, pero sin el dinero. Aún sin patente, recibió la medalla nacional de la tecnología y la innovación en el año 1992. Además en el año pasado fue introducido en el Salón de los Inventores famosos.
No llegó el dinero, pero si una fama tardía.
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