Durante casi todo el año, me he estado tirando de los pelos por el profundo deseo de mis hijos de consumir bebidas "energéticas" azucaradas y de alto contenido de cafeína.
Red Bull, Monster, MiO, Rockstar, NOS, 5-hour ENERGY la que sea, las quieren todas.
Durante meses me he presentado a la cena armada de artículos sobre lo dañinas que pueden ser estas bebidas para cuerpos jóvenes, en crecimiento. La Administración de Alimentos y Medicinas acaba de confirmar que está investigando si las bebidas Monster fueron un factor en la muerte de cinco personas desde 2009. Sin embargo, eso no les entra en la cabeza a los muchachos. Sólo hacen gestos de asentimiento, porque la salud pierde siempre, si se la compara con estar de onda.
Como la mayoría de los hogares con adolescentes, estar de onda significa patinetas, motocross, bicicletas BMX y todo tipo de deporte "X-tremo". Sus aficionados saben quiénes son los patrocinadores y adoran sus colores, logos e imaginería. Hasta los muchachos que gustan de deportes más elegantes como lacrosse, golf y ciclismo son indoctrinados en la adoración de las bebidas "energéticas".
El histórico salto del borde de la atmósfera del intrépido Felix Baumgarten, hace unas semanas, fue patrocinado por Red Bull.
Mis hijos tienen prohibido el consumo de bebidas energéticas, que la Asociación Americana de Bebidas estima que contienen un poco más del doble de cafeína de las bebidas cola regulares, pero alrededor de la mitad de un café fuerte, por onza —pero eso apenas si importa.
Parece que todos los amigos de mis hijos beben estas enormes latas de combustible no sólo impunemente sino en la comodidad de sus propios hogares. Sus padres compran estos productos al por mayor y a menudo también los beben. Y estoy segura de que es allí donde mis hijos han obtenido su dosis, porque nunca los han consumido en nuestra casa.
Es simplemente asombroso que un padre permita que sus hijos consuman esas bebidas. Ya es bastante malo que las investigaciones hayan hallado que el alto consumo (más de cinco latas de 12 onzas por semana) de gaseosas azucaradas normales en los adolescentes está ligado a una mayor incidencia de violencia y una mayor probabilidad de llevar un arma que entre los que beben menos.
Imaginen agregar los altos niveles de azúcar y cafeína en las bebidas energéticas a la ya explosiva química de un cuerpo adolescente. Es una receta para una pelea familiar realmente desagradable o para un peligro real.
Pero no crean que la preocupación se limita a las bebidas energéticas. He aprendido a las malas que como padre, no se puede anticipar lo que circula fuera de casa ni la voluntad de los adultos de vender productos a adolescentes.
Mi hijo llegó, un día, a casa de vuelta del mall y me dijo que su amigo y él habían comprado algo llamado "Marley's Mellow Mood", y que se había sentido grogui y adormilado en el bus camino a casa. Corrí a Internet y me enteré de que ese té, que viene en una lata brillante con el rostro de la leyenda del reggae, Bob Marley, es parte de una línea de "bebidas de relajación natural" con ingredientes de "productos botánicos calmantes" como valeriana y manzanilla.
No aprecio el hecho de que un adulto le venda a mi hijo el equivalente de una vitamina que produce somnolencia en una lata de té. Hoy, esa bebida se ha vuelto tan popular que la venden en la gasolinera de la esquina —y ¿qué puedo hacer aparte de decir a mis hijos que no la compren?
No me dio ningún placer contar, durante la cena, cómo Anais Fournier, de 14 años, murió, según creen sus padres, tras haber consumido dos latas de 24 onzas de Monster, en 24 horas. Pero mostré a mis hijos su foto —se ve igual que cualquiera de sus compañeras.
Desde que sus padres, Wendy Crossland y Richard Fournier, presentaron esa demanda contra Monster Berverage Corporation se está prestando atención, finalmente, al efecto que tienen sobre los adolescentes estas bebidas creadas para adultos.
Podría resultar que los que se enferman o incluso mueren después de consumir esas bebidas simplemente sufrían, sin saberlo, de otros trastornos preexistentes.
Pero años de pruebas científicas que muestran que las dietas con alto contenido de azúcar más la falta de un sueño regular e ininterrumpido, tienen como resultado trastornos de falta de atención y mayor incidencia de una serie de enfermedades, deberían ser suficientes para que los padres no permitieran que sus hijos se iniciaran en un hábito perjudicial para la salud
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