Mitch Comer tiene ahora 18 años y, en principio, parece un chico normal que con su edad y 200 dólares decide subirse a un autobús rumbo a Los Ángeles y dejar su casa en Georgia (Estados Unidos).
Sin embargo al agente de seguridad Joe Gonzalez le llamó la atención el aspecto enclenque de este chico de casi metro ochenta que pesaba 40 kilos y se movía como un niño pequeño extremadamente pálido.
Se acercó a hablar con él y Mitch le contó que su padrastro había decidido que él ya era un hombre y le había echado de casa con esos 200 dólares y una lista de albergues para indigentes de Los Ángeles.
Gonzalez, aunque es un policía retirado del cuerpo de Los Ángeles, decidió investigar más a fondo porque Mitch actuaba de forma tan pueril que parecía tener mucha menos edad que la que decía tener.
Descubrió que Paul Comer había obligado a su hijastro a dejar el colegio a los 13 años y desde entonces lo había tenido encerrado en su cuarto. Asegura que le daban de comer con irregularidad, generalmente cereales con leche o sopa y sin permitirle tener contacto alguno con las hermanas que vivían en la misma casa.
La policía ha seguido investigando y el sheriff del condado de Paulding, Kyle Shelton, contó que había visitado la casa, y que ésta estaba sucia y olía mal. Menos el baño, pero eso porque Mitch solía limpiarlo para huir del aburrimiento cuando, después de gritar un rato, retiraban el frigorífico que le encerraba en el cuarto y le dejaban acceder a él.
Cuando le preguntaron que por qué no había escapado por la ventana el joven confesó que le daba miedo porque le aterrorizan los bichos.
Los vecinos de los Comer, cuyos hijos solían jugar con las hermanas de Mitch, aseguran que no lo habían visto en los dos años que llevaban viviendo allí.
Los padres afirman que lo habían encerrado porque estaba castigado y que si se fue a Los Ángeles era porque quería ser actor. Aseguran también que el niño comía tres veces al día, la misma comida que ellos y que la puerta nunca estuvo bloqueada por un frigorífico.
En todo caso han sido detenidos por abuso infantil mientras la policía investiga por qué esta familia ha vivido en 15 casas y en cinco Estados diferentes desde finales de los 90.
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